La dottoressa Michela Pensavalli interviene sul tema: "Famiglia: riassetta la rete. I mutamenti antropologici e le relazioni tecnomediate nell'epoca della digitalità"
La imagen proyectada es la de una pareja joven que se mira, a ambos se les ve
tristes, mientras ella reclama que le falta atención. Luego él pone la mano
sobre la suya y la gira para un lado, para el otro, de modo mecánico, para luego
hacer ‘doble click’ como único cariño... La platea ríe. Con este breve video de
motivación –también de constatación--, se inauguró hoy el seminario “Internet en
la vida del presbítero”, organizado por el Instituto de Terapia Cognitiva
Interpersonal de Roma y el Pontificio Colegio Internacional “Maria Mater
Ecclesiae”.
Serán dos días en que se profundizará sobre las bondades y a la vez los
riesgos del uso de Internet en la formación de los seminaristas, así como en el
modo en que se deben afrontar los “nuevos” pecados de los usuarios, que han
hecho de la “red” un espacio desordenado para su vida afectiva, laboral
y moral.
Según la doctora Michela Pensavalli, psicóloga y psicoterapeuta, además de
docente universitaria y coordinadora del Instituto promotor del evento, es muy
importante que la persona –en este caso el seminarista--, analice y se responda
si es o no “dependiente” de Internet. Es decir, si es capaz de dominar las
emociones y pulsiones que los sitios web y las redes sociales generan, sea
cuando se está conectado, como cuando se tienen que pasar largas etapas del día
off line.
Para la especialista, el dominio y el equilibrio es vital, porque en una
sociedad “Tecnolíquida”, según reciente definición del psiquiatra italiano,
Tonino Cantelmi, los dispositivos varios pueden mantener a las personas en una
conectividad permanente, donde es difícil distinguir los límites o el tiempo
transcurrido, en detrimento a veces de otros propósitos u obligaciones.
La teoría del “todo y rápido”
Otro de los riesgos con que se encuentra el navegante moderno, es la
tendencia a abreviar las cosas y evitar los encuentros. Es decir, si por un
mensaje de texto podemos explicar algo velozmente, ¿para qué extenderse o
profundizar? O peor aún, si tenemos tantas plataformas de comunicación
instantánea, ¿ya para qué encontrarnos?
También el usuario, en su necesidad de estar conectado, puede perder atención
a lo que le dicen por ejemplo, en una clase o conferencia, por estar pendiente
del modo velocísimo en que siguen interactuando sus contactos y listas de
interés “allá afuera”.
El hecho de no poder desconectarse (switch off), ya es una señal a
observar... Es que, ni hoy ni en el pasado, se ha podido estar en un sitio y a
la vez en otro –afuera--, no porque Internet te lo impida, sino debido a que las
normas básicas de la convivencia o de la vida comunitaria te lo exigen. Pero
para algunos --eso si es de ayer y de hoy--, su necesidad personal está por
encima de los demás, lo que es una mala señal…
¿Qué más ofrece Internet? Según la doctora Pensavalli, te ofrece emociones
–hasta fuertes--, relaciones –no exentas de peligro--, y te facilita las cosas
para salir del “aburrimiento”. Para otros, el tiempo pasa más rápido
conectándose a la red, por lo tanto ayuda a evadirse; mientras para un grupo de
usuarios es la puerta entre lo privado y lo público, cuya llave se abre o cierra
a conveniencia y voluntad.
Sobre esto, fue clara en advertir que, como emisor y dueño de sus conexiones
vía Internet, el usuario se predispone a evitar lo que no le gusta, y a elegir
solo aquello que no le aburra; así como seleccionar lo que no lo ponga tenso ni
le haga reflexionar mucho. Es decir, la ambivalencia hace presa de la persona, y
así cuando se viven las relaciones humanas, y ante una situación real de
convivencia, en que se exige más de uno mismo, se llega a creer que es hora de
“cerrar la conexión” y basta…
Amistades peligrosas
Todo en Internet aparece tan fácil y accesible, que el usuario comienza a
cliquear donde no debería acercarse ni de asomo, o a “aceptar” invitaciones de
amigos que no tiene la menor idea de qué hay detrás.
En Internet todos somos iguales, por lo menos en aquellos lugares de acceso
público y gratuito. Pero no todos somos lo mismo, fue otra idea de la doctora
Michela Pensavalli, pues las redes sacan de la persona sus lados más
narcisistas, exhibicionistas y sin duda, lo voyeurista.
¿Somos así en las relaciones cotidianas, por así decir físicas? De hecho que
no, por lo que el uso compulsivo de la red (líquido, sin patrones ni límites), a
veces nos exige cambiar de actitudes para interactuar, por lo que aparecen
tendencias también patológicas…
Solo por mencionar los grados más bajos de cada tendencia –ya que los más
altos son de correr--, se puede identificar al narcisismo en el solo hecho de
incluir la “mejor foto” en el perfil de una red social, así sea antigua o que no
se ajuste a la realidad actual (foto sin camisa clerical, sin la familia, en el
extranjero).
En el caso del exhibicionismo, están allí los logros o los comentarios
expresados sin medida, solo por el hecho de que podemos incluirlos en nuestras
cuentas, independiente a si los demás quieren tanto bombardeo “made en mí
mismo”.
Y una tercera tendencia comentada por la especialista –no menos grave,
dependiendo de la persona--, viene a ser el voyeurismo, o esa antigua obsesión a
mirar sin que nos vean; aunque hoy en día, gracias a Internet, se puede hacer de
manera consentida, falsificada o pagada sin controles. Se alertó sobre el alto
consumo del llamado “cybersexo”, que según datos estadounidenses, en el mundo se
consumen 3.000 dolares de material pornográfico cada segundo.
Hay que considerar por ello, el riesgo que significa que una persona puede
ser lo opuesto a sí mismo en la red, alejándose de sus principios, obligaciones
y faltando a la confianza de los superiores. Pues muchas veces estos toleran el
uso de Internet con la esperanza de que ayude a profundizar en el estudio, a
combatir la lejanía recibiendo mensajes de los familiares y amigos de bien, o
para hacer los “pininos” de una futura y urgente pastoral en red.
Una conclusión clara fue que el mundo actual del ciberespacio, sí es un mundo
donde se puede vivir, pero cuidando la calidad del uso que se le da y no
dejándose dominar por los impulsos que este genera. Y, tal como ayer, no
confundir nunca el instrumento con el mensaje…
L'immagine proiettata è quella di una giovane coppia che si sta
cercando, hanno entrambi sguardi tristi, lei sostiene che manca l'attenzione
nel rapporto. Lui mette la mano sulla sua, quasi a far capire di aver compreso,
ma invece inizia a muoverla come fosse un mouse, meccanicamente, facendo sulle
sue dita il 'doppio click' ... Il pubblico ride.
Con questo breve video viene inaugurato il seminario "Internet nella
vita sacerdotale", organizzato dall'Istituto di Terapia Cognitivo
interpersonale e dal Collegio Pontificio Internazionale "Maria Mater
Ecclesiae".
Saranno due giorni che approfondiranno i benefici e anche i rischi di
utilizzo di Internet nella formazione dei seminaristi.
Secondo la Dott.ssa Michela Pensavalli, psicologa e psicoterapeuta,
nonché docente universitaria e coordinatrice dell'Istituto promotore
dell'evento, è molto importante per la persona, in questo caso per il
seminarista, analizzare i propri comportamenti per non divenire
"dipendente" da Internet . Riuscire, cioè, a padroneggiare le
emozioni e gli impulsi che i siti web e le reti sociali generano, sia quando si
è collegati, sia quando bisogna spendere tempi lunghi della giornata off line.
Per lo specialista, il dominio e l'equilibrio è fondamentale, perché in
una società "Tecnoliquida" secondo la recente definizione dello psichiatra
italiano, Tonino Cantelmi, i nuovi dispositivi possono tenere le persone in condizioni
di connettività permanente, in cui è difficile distinguere i confini o il
tempo, a volte a scapito di altri obiettivi o obblighi.
Si vive in base alla teoria del "tutto, subito e velocemente".
Il rischio è la tendenza di ridurre ed evitare incontri. Viene utilizzata
la messaggistica per spiegare qualcosa e in fretta, perché “sprecare” tempo ad ampliare
o approfondire? O peggio, se abbiamo così tante piattaforme di comunicazione
istantanea, perché incontrarci per parlare?
L'utente, nel suo bisogno di essere collegato, può perdere la
concentrazione su ciò che viene detto o vissuto, ad esempio, in una classe o
una conferenza, ma essere tuttavia consapevole di continuare ad interagire usando
contatti veloci “al di fuori” della situazione.
Lo sforzo che si compie per effe “disconnettersi” è un segnale da non
sottovalutare ...
In passato tutto era diverso: era possibile essere altrove, mentre oggi
Internet è in ogni dove. Ma per alcuni il bisogno personale di collegarsi è
sopra ogni cosa importante, e questo è un brutto segno ...
Secondo la Dott. Pensavalli Internet offre forti emozioni - le
relazioni, sono senza rischi - e fornisce una valida alternativa alla
"noia". Per alcuni è utile in quanto, il tempo passa più veloce durante
la connessione alla rete, contribuendo in tal modo a fuggire dalla realtà, per
altri è la porta tra il privato e il pubblico, la cui chiave si apre o si
chiude a secondo di una propria convenienza o volontà.
Su questo, è importante notare come Internet, in qualità di emittente di connessioni, è
predisposto al fine di evitare ciò che non ci piace, e scegliere solo ciò che
non ci annoia, selezionare quindi solo quello che ci fa stare bene e non quello
che ci fa essere tesi o ci fa riflettere.
L'ambivalenza si impadronisce della persona, e così quando ci si ritrova
a vivere i rapporti umani o una reale situazione di convivenza, in cui bisogna
essere se stessi, si arriva a credere che sia giunto il momento di
"chiudere la connessione” ...
Tutto su internet è facile e accessibile, l'utente inizia cliccando su
immagini o suggerimenti, o "accettando" gli inviti da parte di amici
che non si conoscono e di cui non si ha la minima idea di chi è dietro allo
schermo del pc.
Su Internet tutti sono uguali, almeno in luoghi di accesso pubblico
gratuito. Ma nella realtà non siamo tutti uguali.
Secondo la dr.ssa Michela Pensavalli le reti amplificano i lati più
narcisistici, esibizionisti e senza dubbio voyeuristici della persona.
Ma siamo così nelle relazioni di tutti i giorni? In realtà no, l'uso
compulsivo della rete a volte richiede di cambiare atteggiamenti, prima di
arrivare ad avere tendenze patologiche ...
E’ possibile identificare il narcisismo e l’esibizionismo nei profili
dei vari social network, in cui a volte la persona si veste di un’identità che
non è conforme alla realtà.
Un’altra tendenza discussa dallo specialista, non meno grave, è il
voyeurismo, ossia l’ossessione di guardare senza essere visti. Oggi, grazie a
Internet, è possibile “guardare” e “farsi guardare” in modo consensuale e senza
controlli.
Basti pensare al consumo elevato del cosiddetto "cybersex",
che, negli degli Stati Uniti, comporta una spesa di 3.000 dollari in video pornografici.
Una chiara conclusione sta nel fatto che il mondo attuale del
cyberspazio, è un mondo in cui si può vivere e navigare, ma senza esagerazioni
e senza cedere sconfinatamente negli impulsi…